domingo, 10 de mayo de 2009

Voy a intentarlo otra vez

Hace unos días que intento dedicarte unas líneas, unos días que busco palabras y no las encuentro porque no existen palabras tan grandes para poder describirte. Ayer descubrí con sorpresa que había tenido una ayuda: La Mari me había ayudado, había puesto palabras a mis sentimientos. ¡Cómo es la sangre Castillejo!

Hace unos cuantos días fue el cuarto aniversario de nuestra despedida física. Mentalmente sigues en mi, día a día. Te sigo contando las cosas, sigo preguntando y obteniendo respuestas acerca de lo que pensarías de la vida, de la política, de cosas que son tonterías y de cosas que hoy me gustaría hablar contigo y saber cuál es la visión de un buen comunista, del que supo perdonar y adaptarse al tiempo. De quién tanto luchó por lo que hoy tenemos y por lo que yo intento aportar mi granito de arena para, a veces hacer que se mantenga y otras que se amplíe. Se que tú entiendes todo esto.

Por esto, por el tute, por las capitales del mundo (con la unión soviética, por supuesto), por la abuela, por toda una infancia y adolescencia a tu lado, por quienes tuvimos el placer de disfrutarte y por quienes han venido a hacer la familia Castillejo más grande y tu ya no has conocido. Debe ser por todo esto que se hace tan difícil hablar de ti, sin ti. La Mari lo hace mejor, yo, prometo sentarme un día en el que las lágrimas me dejen ver el teclado y escribirte sólo a ti.

Te quiero abuelo.